domingo, noviembre 09, 2008

Te sentás sentado a olfatear esos bichos que te pasean por al lado, que no te miran, que te pasean por al lado rapidito. Cada vez más rapidito. Terminás con las medias rotas y los pies despatarrados sobre la escalera de una casa que no es tuya, un par de soldados que te chiflan y vos gritás qué suerte la de algunos, que pelean una patria, mientras escuchan de tus poros qué milicos hijos de re mil putas. Te dormís un poco y está el que te saca una foto y después le cuenta a su tía que tu aura interrumpía la calle (y dice aura porque justo es de esos esotéricos el que te vino a descubrir), que inundabas todo suelo que pisabas, que cualquiera que pasaba te miraba un poco pero nadie iba nunca a sentarse al lado tuyo a dormir y fumarte, y después le cuenta que Teto va a ser abuelo y la tía que le dice una vez más que debería cortarse esos pelos de zaparrastroso y él le dice que la pinta es lo de menos y ahí vuelven a olvidarte.

Vestite de polizón, dale, y encontrate a vos misma una patria.
Te vas a romper, querida, de tanta deriva.

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